22.12.13

Ideas y tierra. Double Indemnity, de B. Wilder


Entiendo esta película como la génesis, desarrollo y fin de una idea. Mal sutil y terrible, intenso y sin sangre. Mal que apenas es su momento álgido, ni aquel crimen… que no vemos. El retrato del mal en Wilder es de lo más extensivo, complejo, explicativo, aunque no menos enigmático. El enigma es Phyllis, enigma arraigado y arropado por un contexto. En cierto modo aquel marido contribuye a este retrato del mal…, y Wilder no se esconde del hecho, antes bien lo remarca con profusión; porque es esa misma mezcla de contexto e idea lo que precisamente ayuda a aislar el tema original; es ese enraizamiento de lo enigmático con lo terrenal lo que refuerza más todavía su naturaleza que se escapa. Un mal desarraigado tendería a la cosificación (un criminal, un asesino en serie, un monstruo), a su estatización y cese. Pero el mal aquí es dinámico, voluble, cambiante, y tiene fines a perseguir.

Lo que hace en gran medida inexplicable lo misterioso es también su connivencia con las pasiones. No en vano las pasiones comparten parte de ese misterio, de esa doble naturaleza, también. El amor (pero… ¿se puede hablar de eso?) es arrastrado por la fuerza mayor del enigma, para quien es su brazo ejecutor, uno más. Y sin embargo el amor también aparece dentro de cierta definición originaria. Se puede hablar de amor a pesar de todos los pesares… Phyllis ama a pesar de sí misma. 

Lo enigmático es arbitrario, fortuito… ¿O es lo mismo? La maldad de Phyllis se nos antoja de una evidente necesidad; es, ha sido y seguirá siendo mala. Pero el mal también tiene su estadio en el que se somete dentro de un alma humana. Forma parte del misterio estar al acecho, escondido, esperando... Este mal tiene su de repente que se despierta. 

El mal es presentado mediante una historia dual. Dicho de otra manera: la esencia conflictiva del mal no se muestra sino dualmente, en la doble naturaleza del enigma, que es el enigma mismo en su extensión con la materia. La película nos lo enseña ejemplarmente en los dos personajes principales: su lado explicable, contextuado, motivacional…, más humano, en definitiva, y su lado más enigmático, más deshumanizado. Pasión y cálculo. Walter y Phyllis. Es en la doble naturaleza del mal donde reside su poder (cuando uno se alimenta del otro) y su miseria (cuando los dos se destruyen mutuamente). Y su realidad intrínsecamente conflictiva, inseparable unión: la imposible historia de amor que es la imposible historia de amor que tiene el mal consigo mismo. 

A través de este film vemos que el mal es cosa de este mundo, en alguna medida la sociedad y el trabajo le empujan a Walter a ser así; la lógica del engaño que su trabajo le ha enseñado bien pudiera ser usada contra ese trabajo mismo: ha aprendido a ser un chico malo (el hecho de que sea un personaje de pocas luces acentúa ese resquicio de entrada para males mayores). Empezó a ser un mal hombre cuando se dignó a escucharla, claro. 

 11 junio, 2009
 
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